Quienes atesoran la experiencia de estar navegando durante años por esos mares de Dios, cuando llegan al Yacht Port suelen coincidir en una serie de puntos que, en último término, lo convierten en una marina distinta a las demás. El que el Yacht Port esté situado en el interior de la dársena natural de un puerto moderno con 3.000 años de historia, como es el de Cartagena -una ciudad, por otra parte, orgullosa de su tradición marítima-, es un aliciente añadido, ya que esta circunstancia hace coincidir en un mismo enclave lo mejor de la historia (restos arqueológicos, museos, tradiciones, etc.) con las ventajas que aporta al mundo de la náutica deportiva la industria naval (astilleros, varaderos, empresas de reparación y mantenimiento de buques, etc.).
Otro factor que diferencia el Yacht Port es el hecho de estar prácticamente dentro del centro urbano e histórico de Cartagena. Desde la calma que brinda esta marina a los navegantes, la proximidad a todo lo que significa una ciudad como Cartagena -que en los últimos años ha experimentado un desarrollo envidiable, adaptándose, por una parte, a las exigencias modernas y desenterrando y poniendo en valor, por otra, los espléndidos restos de su pasado histórico (como el teatro romano)-, no deja de ser otro valor añadido y diferenciador. ¿Qué otro puerto brinda la posibilidad de amarrar una embarcación a unos pocos cientos de metros de las gradas de un teatro romano?
A lo largo del tiempo, el de Cartagena se ha considerado como uno de los más seguros, si no el más seguro. Miguel de Cervantes lo honró con estas palabras: ‘Con esto, poco a poco, llegué al puerto al que los de Cartago dieron nombre. Cerrado a todos los vientos y encubierto, y a cuyo claro y singular renombre se postran cuantos puertos el mar baña, descubre el sol y ha navegado el hombre’.